viernes, 2 de julio de 2010

Cañas y terrazas

Cañas y terrazas, guiris en la parrilla playera. Son épocas de grupos de señoras apoyando los brazos sobre las caderas, dramatizando las conversaciones.
El verano hizo acto de presencia de golpe y porrazo, mientras en una oficina, convertida en caldera, se oye el ruido de un tecleo acompasado por un ventilador barato. Ya no hay presupuesto ni para reparar el aire acondicionado.
Las partidas de cartas en el bar de la facultad se han transformado en caras de póker cada vez que el jefe pasa cerca de la puerta. Tu compañero, un "nerd" cuarentón con olor corporal raro, te pregunta cuando vas a tomarte unas vacaciones.

Suspiras con resignación, pero recuerdas las entradas para Benicassim y sonríes.

“En un par de semanas”, respondes.

Te va dar igual deshacerte como un polo y nadar entre gente que resbale más que el aceite de freír patatas, formas parte de esa generación de edición limitada que de repente dejaron de tomar Tang para pasar a beber pintas en fiestas de "cumpleaños totales".

Pones un cd. Algo "moderno".